Cuando empezamos a pensar en qué haríamos para celebrar este año el día del libro, en seguida nos asaltó la necesidad de hablar de cómo lo entendemos nosotras, de nuestra forma de acercarnos a ese objeto que hoy homenajeamos.
A menudo me pregunto qué influye en la manera en que percibimos y leemos los libros. Quizás un diseñador contemple primero la cubierta, la composición, la disposición del título y la imagen. La forma en que está maquetado, que no haya espacios innecesarios entre párrafos… ¿Qué observas tú primero?
Creo que los libros para mí siempre han sido un rinconcito tranquilo. Recuerdo con especial cariño las noches de verano que se hacían día en compañía de aquellas novelas de Laura Gallego que me atrapaban en el camino a la adolescencia o cómo se acallaba el barullo del metro al abrir un libro. Mi madre siempre cuenta la misma anécdota: cuando tenía cosa de un año, una amiga suya corrió sorprendida a decirle que yo ya leía. Lo cierto es que me había aprendido tan bien aquel libro, que incluso sabía cuándo tocaba pasar la página. No sé cuánto de esa anécdota ha contribuido a quien soy hoy, pero a mí también me gusta contarla y transportarme a la calidez de aquel tiempo.
Los libros acogen historias. Quizás sea eso lo que me ha atraído de ellos siempre, esa inquietud que me acompaña, esa necesidad de saber. En la carrera descubrí que ser docente en un instituto no era lo mío. Durante un tiempo incluso hui al mundo del cine. Mi incursión fue breve y casual, pero me ayudó a saber qué estaba buscando. Mi labor en los rodajes en los que participé fue como ayudante de dirección, como script. Yo me encargaba de que no se rompiese la narratividad de la imagen.
Poco tiempo después descubrí la edición y aprendí sobre los procesos y profesionales que intervienen en la cadena del libro. Recuerdo aquel año frenético con entusiasmo. Fueron meses de mucho trabajo, de nervios, del todo para ayer, pero sentía que había encontrado mi sitio.
Me enseñaron que cada una de las decisiones que toma un autor o autora atienden a un fin, y que la edición es un arte que potencia la calidad y coherencia del texto desde el compromiso con la visión del escritor o escritora. Llegó así una nueva forma de aproximarme a la lectura: leer con ojos de editora. Cuando leo me pregunto qué lo habrá llevado a narrar en presente o pasado, a escoger determinada distancia emocional; si el conflicto está bien planteado de inicio o llegará un giro que desestabilice la narración; por qué ha decidido comenzar la historia en ese punto; si las voces de los distintos narradores se distinguen… Mi misión, a menudo una labor silenciosa, es agitar el árbol y comprobar que resiste.
Ahora la vida me atraviesa como editora y no consigo entenderla ni leer sin los ojos llenos de interrogantes. Cuando abro un nuevo libro me asaltan preguntas sobre el proceso que habrá vivido. Si habrá pasado por un largo editing o apenas por unas pocas correcciones. Y ahí sigo, todavía atada a los mismos lazos y haciendo lo que más me gusta: velar por la coherencia de los relatos y ayudar a crear rinconcitos tranquilos donde resguardarse.
¿Qué encuentras tú en un libro?
Débora y Sara
Hilatura Estudio Editorial